Tengo clownstrofobia



Todos los días, cuando voy al trabajo en mi coche, me asalta esta imagen mañanera, colgada de las farolas del Paseo de la Castellana. Es el anuncio de un payaso llamado David Larible que actúa en el Teatro Circo Price de Madrid y guiña el ojo como diciendo: "Soy tu peor pesadillaaaa"

Me pasa con el circo lo mismo que con el teatro. Me aburren soberanamente. Y un sitio que se llame teatro circo puede ser para mi lo peor. Pero una de las actuaciones del circo que me produce especial desasosiego, cuando se supone  la de mayor alegría, es la de los payasos. Me dan muy mal rollito. Tengo Clownstrofobia. 

Llega un tipo con la cara pintada de blanco, nariz de borracho, seis tallas más de ropa y zapatos enormes con flores que echan agua y pegándose porrazos y se supone que hay que reir. Y claro, hay niños que lloran y todavía se extrañan sus padres... Pero a mi no me engañaban. Bueno sí, con los "payasos de la tele" tenía la vaga ilusión de que eran otra cosa porque hacían un programa en TVE en una época en la que no se podía elegir otra cosa. Solo había dos canales. Pero me di cuenta de que eran lo mismo. Payasos. Con narices, ropa grande y todo el repertorio y encima con una buena ración de sentimentalismo rancio español. Que me perdonen los "niños de 40 años". 


Y otra cosa que me produce escalofríos es el carnaval. No me hace ninguna gracia estar entre una multitud de gente tras una máscara. Y salvo excepciones, tampoco me gustan las chirigotas y murgas.

Pero volviendo a mi camino hacia el trabajo: que quiten ya la foto de este tipo. Casi prefiero que haya elecciones, aunque unas farolas llenas de los caretos de los políticos... Eso sí que da miedo.

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